En la primera década del siglo XX, el joven pintor italiano Gaetano Mario Parpagnoli, viajó en reiteradas oportunidades a Latinoamérica. Contaba con una sólida formación artística, producto de varios años de permanencia en la Real Academia de Bellas Artes de Roma. En ciudades como Montevideo, Buenos Aires o Quito, fue demandado como retratista y paisajista. En uno de aquellos viajes conoció a quien sería su esposa y luego madre del arquitecto y crítico de arte Florio Parpagnoli.